Pues bien, Juan llegó en coche de caballos desde su suite del hotel El Pilar para hacer el paseillo ante una multitudinaria asistencia que podía sobrepasar las 1000 personas y que por supuesto estaban entregadísimas con él.
Salió al ruedo "Rebujito" un excelente ejemplar de Doblas que permitió el lucimiento de Juan que lo recibió a la verónica recetándole mas de 20 lances, a continuación muleta en mano se sintió a gusto, su cara era la viva imagen de la felicidad al rematar cada tanda, se gustó el de la Carlota al ver como el animal repetía y con que calidad lo hacia, fue una faena larga con momentos de mucho gusto, teniendo en cuenta su lógico escaso oficio , que finalizó simulando la suerte suprema.
Sin duda fue una tarde redonda para Juan Plata que abandonó la plaza a hombros y transmitiendonos a todos esa ilusión y felicidad que derrochaba y viendo el poder de convocatoria que ha tenido presenciar su sueño hecho realidad.
EL SUEÑO DE JUAN PLATA POR LADIS
JUAN PLATA ALCANZÓ LA GLORIA EN SU ENCERRONA
TRIUNFÓ DE LEY ANTE
UN BRAVO ANIMAL DE DOBLAS
Y vaya si lo ha sido. Menuda tarde de
toros.
El día amaneció con un sol radiante ( un
poco de viento, eso si, pero que no molestó al torero) y con un público
entregado que desbordó todas las previsiones. Mucha gente, mucha, y todos
esperando a que comenzara la fiesta. El coso de los Jardines del Pilar estaba
abarrotado de amigos, aficionados y conocidos de Plata, venidos de toda la
comarca para arropar al torero, que se sentía feliz saludando a todo el mundo.
A eso de las tres y media, el arroz, preparado
en paellera gigante para unas mil personas, ya estaba listo para ser degustado.
Y comenzó el reparto. Cola interminable, pero ágil, ocupaba toda la parte alta
del tendido. Quien lo deseó ( la mayoría ) repitió porque el arroz cordobés salió
exquisito.
Y mientras, en la mejor suite del hotel El
Pilar, Juan Antonio García "El Califa", cumplía con el rito de vestir
a Juan. Reporteros de la zona apostados a la puerta esperaban la salida del
diestro que minutos antes recibió la visita animadora de los tres matadores de
toros asistentes a la fiesta campera: Manuel Rodríguez Requena, Fernando
Sacromonte y Rafael González "Chiquilín".
Ya vestido de corto (con un terno
confeccionado por su hermana) apareció Plata en el hall del hotel. Abrazos,
vítores y saludos precedieron a su subida a una carroza como hacían los toreros
antiguos. Y para la plaza.
Salió el becerro (de Doblas Alcalá) y Juan
Manuel Fernández lo llama al burladero de recibo. El animal, extraordinario,
embiste humillando y Juan lo observa con atención. Sale al ruedo y le enjareta
un ramillete de magníficas verónicas jaleadas por el público. Cierra con unas
ajustadas chicuelinas y media con mucha enjundia. La plaza se viene abajo.
Veo que Juan está tranquilo, y eso me
reconforta. Comparto burladero con su amigo Lázaro y ambos comentamos el
regusto de los lances de recibo. La cosa se pone bien.
Brinda a su madre y al cielo (a la memoria
de su padre) y comienza una faena que
nunca se olvidará el torero-escritor,
ni los que tuvimos la oportunidad de
estar allí con él. El becerro era repetidor, humillaba y estaba dispuesto a
aguantar todo el repertorio que Juan le instrumentaba. Pase tras pase, dándole
pausa para recuperar, fraguó una faena muy completa. Series con ambas manos,
sobre todo la izquierda, que arrancaron sonoros olés de los tendidos. Mucho
sentimiento y mucho sabor tuvo el toreo de muleta de Juan. Que completo. Que
buen torero. Por eso el tendido le coreó !Torero, torero! en varias fases de la
faena, que fue jugosa y preñada de sentimiento,
realizada a pies juntos, amanoletada, nos comentó un viejo aficionado. Y para
remate la simulación, con la palma de la mano, de la suerte de matar. El
becerro otra vez al corral y Juan a saborear la gloria. Vuelta al ruedo,
interminable, entre flores que le arrojaban las señoras y prendas de los
caballeros. Y a hombros por la puerta grande.
Entre los verdes jardines, camino del hotel,
se dibujaba la silueta del torero saludando a su gente. Todo había salido bien
y yo respiré tranquilo y también, porque no decirlo, feliz. Mi amigo y
compañero había cumplido su sueño y eso me llena de orgullo. Gracias, Juan, por
la tarde de toros que nos has dado.
¡ Viva la madre que te parió¡. Un fuerte abrazo.- L.R.G.
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