La tardanza del galardonado (más de
hora y cuarto sobre la hora
Anunciada) hizo que autoridades,
numerosos toreros y aficionados invitados al acto tuvieran que marcharse. Así
pues a la hora de la entrega solo estaban presentes los concejales ya citados,
miembros del jurado y un puñado de cordobeses que andaban por allí. También es
verdad que eso no mermó brillantez al acto. El Trofeo Manolete, de por sí, ya
tiene la suficiente categoría para deslumbrar a cualquiera. Y así se expresó
Morante que reconoció que para él era un deseo irrefrenable conseguirlo. Me
hacía muchísima ilusión y estoy muy emocionado por tenerlo en mis manos, dijo.
Igualmente apuntó que visitó la tumba de Manolete cuando se lo concedieron.
Antes de abandonar el remodelado
museo, firmó en el libro de honor y visitó las distintas dependencias.
L.R.G.
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